No juzgues la dificultad de desprenderme de ti,
del sabor que dejaste en la cabecera dónde transcurrían nuestras
largas conversaciones.
Es tiempo de terminar esto, ya no me inspira escribir nada que
pueda relacionarse con mi estado.
No serás nunca demasiado fuerte, que no puedas caer,
ni demasiado vanidoso para dedicarme una sonrisa.
No te creas lo que tienes, al desaparecer podrás tocar la esencia
de tu yo más cercano, de tu yo más cálido.
El tiempo desvanece tu capacidad de retraerme los pequeños versos
desentonados, que afinabas con una melodía rota.
No te engañes, no lo tienes todo.
Renuncia a lo que tienes y empieza de nuevo, a lo mejor al girar
la página aprendes a vivir con las habilidades que quieres tener para cambiar
el mundo con tu presencia.
No te equivoques,
los niños vestidos con monedas siempre sueñan con luchas de
justicia desde palacio.
No renuncio a lo que soy ni a lo que
poseo, electrizando el vivir que me han ofrecido puedo mover los hilos que
necesitas para exhalar el aire de baja calidad que comprado a bajo precio te
hace ser feliz.
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