viernes, 19 de diciembre de 2014

18 Diciembre

No importan tus lágrimas cuando se es intransigente con la palabra dañina de los deseos.
Tal vez sea la felicidad que se filtra entremedio de mis labios  lo que me hace comerme el mundo, lo que me hace quererte y más aún quererme a mí. Despertarme con el más sincero latido de seguridad que me provoca el saber que te tengo a mi lado para siempre, con esa voz tranquila que me susurra que todo saldrá bien.
Se sonrojan los pequeños diablos al agarrar mi mano cuando van a saltar.
No siempre he sido así de miedosa ¿Sabes?
Mi garganta se oprime hasta el punto de cortar mi voz.
No hay libertad con miedo. Es maravilloso el poder que tenemos en nosotros mismos, en las personas que nos rodean.
Podemos suponer un cambio, un regalo, un amor, el más grande error pero todo es tan fugaz que se yuxtapone al dolor con una sonrisa placida y dulce.
Quizá no sea lo que esperabas de mí pero alimento mi corazón incluso con la más pequeña decisión. Lo alimento para que crezca fuerte. sin miedos, sin barreras y sin prejuicios.
Quiero aprovechar el más ínfimo rincón de mi cuerpo, de mis recuerdos, de mi alegría y mis defectos para construir una vida contigo.
Una vida con tiernos recobijos de amor, sinceridad, pasión y locura que me hace rejuvenecer al ritmo de mis pasos.
Tal vez no siga tus normas pero sigo las mías, lo que me dicta el corazón y no hay nada tan puro como esto.
No cortes alas, no ahogues, no hagas callar, no subestimes.
Todos tenemos algo que ofrecer, que enseñar y que compartir.
No juzgo tus barreras, ni tan solo tus malas palabras. Un día se desvanecerán todos los prejuicios que te guiaban la palabra y no tu corazón.