sábado, 2 de abril de 2011

22 Diciembre

Escribir una manera de vivir como otra, eliges el otro camino y en cada estrofa nace un reflejo de sentimientos y locuras.
Rayos de confianza que revalorizan el  papel escrito,
frases tiradas al aire sin sentido ni capitán que las lleve a buen destino.
Un segundo supone infinitas promesas para decirte que los excesos viven en medio de tus labios.
Sé que si te pierdo te volveré a reencontrar en el próximo verso, este verso que me araña el alma haciendo surgir cada palabra que me llena de victorias que apagan las pisadas de mi ayer.
Necesito calmar las ganas de soñar que me hacen hervir cada parte de mi cuerpo a cada sonrisa.
No esperes ningún momento perfecto para decir lo que sientes porque a lo mejor cuando sople el viento te despiertas en una playa y un hoy diferente.
Cada momento compartido es un riesgo que tienes que correr. 
Un buen gesto siempre es recordado pero necesita alguna cosa más para poderlo explicar.
Lo que escribo no es nada más que mi pretexto para recordar este momento con más fuerza y dejarte en la memoria un pequeño trozo de mí , de mis palabras que un día fueron nuestras.
Tal vez parezca que escriba tristezas pero más allá de esto hay miles de circunstancias que sobrepasan el límite de tus creencias, evaporando deseos en la línea del infinito de tus sensaciones, que se mueven de prisa y te golpean sin parar en un sin fin de preguntas efímeras que se resuelven con un solo beso que me atrapa y no deja  desengancharme del foco del dolor que reitera la felicidad de nuestro momento.

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