Aprendiendo a odiar los latidos por los
que ame y perdí mi identidad en un transcurso de lágrimas muertas de
sentimiento al mirar lo que puede nacer de la tierra en la que caí, y me hice
fuerte, y me enseño a caminar hacia adelante sintiéndome orgullosa de mis
decisiones, que están construyendo mi día a día en el que al destruir lo que no
aceptamos no hacemos más que ensuciar nuestra alma y enterrar nuestro corazón.
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