sábado, 5 de septiembre de 2015

Más de mi, más de nada.

La soledad compartida es la más temida, la más llorada.
Inevitable final de naturaleza salvaje y abandonada que corre de puntillas para no levantar sospechas.
Tras miradas desconsoladas y absurdas que esperan beso de buenas noches y verso que tranquilice sus noches,
palabras, solo palabras que acompañan mi vivir,
esas que salen del corazón en boca y veneno.
Abril que enmudece entre sonrisa y sonrisa de expectación al dejar de fingir que eres alguien.
Al dejar de fingir que tienes algo claro, al dejar de fingir que estas bien entre tu aliento y el mío.
El tiempo que no sacas ni aparece en tu reloj, me perturba y me hiere.
No lamentas puño y espada imaginándote lo que no me diste,
echo al fuego toda mi inocencia y confianza que en la lejanía fueron mías y no valoré.
Nada importa, todo pesa y pasa a segundo plano,
Lo que me hizo más fuerte, inmune y asquerosamente frágil,
puedo odiar todo lo recibido con una llamada en espera.
Lo estúpido que se ve desde fuera, latiendo en voz alta y alcanzando sonrisas de felicidad.

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